EL JUEGO Y JUGUETES A LOS DOS AÑOS

He encontrado el siguiente texto en el blog de "CUATRO EN LA CAMA". Está extraído de uno de los capítulos del libro de F. Dodson.
A mi me ha resultado agradable y gracioso a la vez descubrir que las actividades que a nuestra pequeña de dos años le encanta realizar y que practicamos constantemente, aquí se proponen. Así que esto me reafirma, una vez más, que no hay que guiar a los niños ( se acabó lo de romperse la cabeza preparándose el guión del día siguiente), simplemente dejar que sean ellos los que nos indiquen el camino que desean seguir en cada momento.
Hacemos muchas más cositas de las que aquí se proponen, y hace ya mucho que la peque se aburrió de pintar en la pizarra, y mucho más que comenzó a utilizar ceras, colores y demás "artilugios similares" sin encontrarnos ante ninguna situación "peligrosa". Pero me ha resultado curioso y esclarecedor, por ejemplo, leer que les encanta el juego del silencio, porque hace ya algunas semanas que vengo observando cómo se fija en todos los sonidos que nos rodean, y me pregunta por ellos. También a reafirmado nuestra teoría de que prefiere jugar con niños más mayores.
Creo que es un texto interesante, aunque algunas cositas no sean de mi agrado.



"EL JUEGO Y JUGUETES A LOS DOS AÑOS"

"…Jugar con agua es muy importante a esta edad, puede usar el fregadero de la cocina o la bañera. Le encantará sumergir esponjas en el agua y exprimirlas, así como llenar y vaciar pequeños vasos y cazuelas o tazas de plástico.
Para agregar variedad a estos juegos ofrécele un batidor de huevos, o vestidos de muñecas y pañuelos para que los “lave”. También disfrutará soplando en el agua con una paja de plástico, que le servirá igualmente para efectuar pequeños experimentos de física a un nivel rudimentario.
Un puñado de escamas de jabón darán variedad y aliciente a los juegos con el agua. El producir espuma es como magia para los niños de dos años. Algunos juguetes flotadores también contribuirán al interés de estos entretenimientos.
No olvides que el niño de esta edad goza realmente haciendo limpieza después del estropicio armado con sus diversiones acuáticas, dale la ocasión de que friegue con una esponja o trapo absorbente.
Así mismo, le gustará pintar con agua. Una gruesa brocha y un cubo de agua es todo lo que necesita. Los materiales recreativos, como la pasta para moldear, la plastilina y la arcilla son enormemente satisfactorios para esta edad. Receta para la pasta de modelar: mezcla dos tazas de harina con una de sal. Agrega la suficiente agua para darle la consistencia de masa de pan. Si queda pegajosa añade más harina. Puedes agregar colorantes de los que se emplean en las comidas o pinturas de temple para darle color. También cabe adicionarle un poco de polvos de talco, o canela, o nuez moscada o alguna otra especia aromática para hacer que huela bien. Unas gotas de aceite de clavo la preservarán durante largo tiempo. Puede guardarse en una bolsa de plástico y se conservará aproximadamente un mes.
Cuando los niños de esta edad usan esta pasta, arcilla o plastilina, no hacen con ellas nada preciso. Les interesa el material en sí. Les gusta golpearlo, amasarlo, aplastarlo, palparlo y moldearlo. El manejo de tales materiales es muy relajador para los chiquillos. Las mejores herramientas son las propias manos del niño. Pero una vez que haya practicado en abundancia usando sus manos, el empleo de varillas y espátulas dará variedad a su experimentación.
Tu hijo está ahora en condiciones para un juego educativo que le ayudará a lo largo de todos los años de preescolaridad: una gran pizarra de unos dos metros cuadrados. Es menester que sea tan grande para que tu hijo pueda garrapatear o dibujar o pintar en ella con amplios movimientos de sus brazos, sin restricción alguna. La pizarra puede colgarse en una pared de su habitación. Será uno de los más fecundos juguetes y artificios de aprendizaje que sea posible proporcionarle a un niño.
Pon tizas blancas y de colores en un estante o una caja clavada a la pizarra. Podrá así pintarrajear a su antojo en la pizarra, con lo que se reducirá la posibilidad de que lo haga en las paredes de la casa. No obstante es dudoso que un niño atraviese toda esta etapa del desarrollo sin incursionar en las paredes de la casa.
Estos garabatos son el preludio de la escritura y el dibujo. El niño que no ha tenido la oportunidad de garabatear libremente irá retrasado en el desarrollo de la escritura y del dibujo. Ningún niño nace con la facultad de coordinar el pulgar y los demás dedos para sostener un lápiz o una pluma. Este proceso muscular necesita ser aprendido, con el fin de que tu hijo domine la pura mecánica de escribir o dibujar. El medio de que tu hijo aprenda a coordinar estos pequeños músculos es trazar garabatos.
Una pizarra tiene muchas ventajas. Es algo que tu hijo puede usar durante todo el periodo preescolar y en los años de su enseñanza primaria.
Ahora pueden hacer su aparición sin el menor peligro los lápices de pastel. El papel ha de ser lo bastante grande para èl. Los pliegos de papel para envolver son apropiados, e incluso puedes emplear el periódico. Tu hijo dibujará y garabateará en los periódicos tan contento como en una hoja blanca. Un gran rectángulo de madera contrachapada puede servir de tablero de dibujo al que fijarás el papel con pinzas de ropa. Los lápices de colores para esta edad deben ser gruesos y fuertes.
La pintura puede introducirse ahora. Te hará falta un caballete. Es más sólido uno de pared que los portátiles. Tu hijo apreciará tener un caballete mural dentro de la casa y uno fuera, sobre una valla. Puedes construir un caballete mural con un trozo de madera contrachapada de medio metro de altura por uno de longitud, serà lo bastante grande para que pongas en èl hojas de periodico. En la parte posterior del tablero, en los àngulos inferiores pega dos tacos de madera de unos cinco centímetros de grosor con el objeto de que tenga una leve inclinación cuando lo cuelgues. Hazle dos agujeros en la parte de arriba para que se pueda colgar de dos tornillos. A este caballete puedes fijarle un listòn de madera con un reborde saliente para sostener los recipientes de pintura. Cualquier frasco de plàstico con una gran tapadera de rosca serà un recipiente adecuado. El niño puede ir mojando el pincel en el frasco a medida que va pintando y èste se cierra con su tapa una vez que haya terminado. Te sentiràs màs tranquila si le pones al niño una bata mientras pinta. Una camisa vieja de papà, con las mangas cortadas y abrochada por detràs, irà de maravilla.
Necesitaràs pinturas solubles en agua, que se venden en forma lìquida o en polvo, y una gran provisiòn de papel. Este puede consistir en papel blanco para periodicos, papel de estraza, hojas de diarios y revistas.
A esta edad el niño necesita brochas que sean fàciles de manejar. No le des pinceles pequeños, con mangos diminutos. Necesita una brocha de mango largo y con el extremo de las cerdas de unos dos centímetros de ancho. Cuando tu hijo empiece a pintar a esta edad prèstale un sòlo color cada vez. Cuando se haya acostumbrado a este color y haya trabajado con èl durante un rato, entonces puedes añadir otro color a su repertorio.
Algunos adultos consideran lo que pinta un niño de dos años como si fueran “cuadros”, y suelen preguntarle ¿què es esto? Esto es una equivocación, para un niño de dos años no se trata de un “cuadro” en el sentido usual del vocablo. Para èl es un experimento con lìneas y colores. Se halla fascinado por la manera en como puede hacer que aparezcan trazos y manchas. Una vez acabada su labor al niño de dos años ya no le interesa su “cuadro”. Para èl, la experiencia de elaborarlo es lo que cuenta. Està expresando con su pintura importantes sentimientos para los que todavía no hay palabras.
Lo cual plantea una cuestiòn en la que acaso estès pensando: ¿Cuál es el valor de todo este batiburrillo con la plastilina, la arcilla y la pintura? ¿es en realidad importante que los padres se tomen todas estas molestias? Sì ¡decididamente! Tu hijo de dos años no ha aprendido aùn a exponer en palabras todo lo que siente. Estas actividades no verbales, como las de manejar làpices o tizas o pinturas, le ayudan a expresar sentimientos para los que nunca tendra palabras. Tales actividades nutren y desarrollan su vida emotiva, y enriquecen su pensamiento inconciente y su intuición.
En esta edad el niño continuarà los vigorosos juegos al aire libre que iniciò cuando comenzaba a andar. El “trepador en cùpula” seguirpa siendo el favorito. Un carro del que tirar, un triciclo que pedalear. Grandes pelotas para rodarlas y empujarlas. Grandes dados huecos para arrastrarlos y hacer construcciones con ellos. Los juegos con la arena y con el agua seràn tan populares como siempre.
Unos comentarios debo hacer sobre la capacidad del niño de dos años para jugar con otros niños. Un error general que cometen los adultos es esperar demasiado de los chiquillos de esta edad respecto a la citada capacidad. Recuerda que dije que en la primera adolescencia el niño no esta todavía preparado para ser un buen miembro de ningùn grupo. Asì, pues, una madre que confiada deja a varios niños de dos años juntos en el patio se està buscando preocupaciones que no tardaràn en llegar.
Una norma conveniente para el niño de dos años es que solo alterne con un compañero de juegos. La estructura de su personalidad no està aùn equipada para afrontar las complejidades de màs de uina relaciòn personal a la vez. Es bastante interesante que, de ordinario, el mejor compañero de juegos de un chiquito de dos años es un niño de cinco o de seis, siempre que no sea, desde luego, uno de sus hermanos mayores. Los juguetes màs apropiados seràn aquellos que puedan repartirse entre varios niños sin limitar la diversión en cada uno de ellos (arena, plastilina, tacos de madera).
No esperes que sea capaz de compartir un juguete con otro niño, pues todavía carece de habilidad para entretenerse acompañado. Ya serà suficiente con que su juego con otros dure una hora. Es menester que estès cerca, para que puedas observar si aparecen signos de excesiva fatiga, para intervenir antes de que ocurran disputas y para terminar el periodo de juego en el momento oportuno.
Una breve hojeada a las etapas de desarrollo de la capacidad de jugar con otros niños puede ser ùtil en este punto.
Primero està el juego solitario, en el que el niño que comienza a andar carece por completo de capacidad para jugar con otros chiquillos. Para un niño de esta edad cualquier otro bebé es un intrumento para su propia diversión, no un compañero de juego. Examinarà al otro niño tan cuidadosamente como lo harìa con un juguete u otro objeto interesante, empujàndolo, pellizcàndolo, acariciàndolo, pero no jugando con èl.
Durante la primera adolescencia, el niño experimenta la transición del juego solitario al juego paralelo. Esto significa que dos o màs niños ocupan el mismo amibiente geogràfico, pero sin que el juego de uno estè relacionado con el juego del otro, aunque puedan sentir placer de su mutua proximidad.
El peldaño inmediato en la escala del juego es lo que se ha llamado juego asociativo, en el que todos los niños realizan la misma cosa, como jugar con la arena o hacer flanes de barro o golpear el suelo con un palo. No hay entre ellos un autèntico intercambio.
El juego cooperativo llega hasta que el niño se encuentra en la siguiente fase del desarrollo, después de los tres años de edad. Aquì los niños pueden discutir planes y asignarse roles mutuamente.
En la primera adolescencia son necesarios tambièn los juegos tranquilos. A medida que su desenvolvimiento linguìstico avanza a pasos de gigante, el niño muestra una mayor sensibilidad por las palabras, los ladrillos con los que se construye el lenguaje.
Le entusiasma jugar con las palabras, imitar sonidos y repetir series de vocablos familiares. Se deleita con las rimas infantiles. Cuando le lees un cuento le encantan las repeticiones. Es la anticipación de lo que va a ocurrir en el relato lo que le emociona. Le gustan los cuentos sobre sus propias experiencias: ir al mercado, montarse en un automovil, jugar en el parque. Le agradan las historias de esta clase, ya sea que se las leas de un libro o se las inventes tù, de un niño que se parece a èl.
Uno de los mejores juegos sosegados para esta etapa es el “juego del silencio”. Los dos estaremos quietos y callados y escucharemos lo que podamos, dime lo que escuchas ( el ruido de un auto, el cantar de un pàjaro). Una variante es pedirle que cierre los ojos y adivine los ruidos que tu haces (golpear un vaso con una cuchara, rascar una lima de uñas). Otra variante, susurrarle algo muy bajito, una òrden que deba cumplir: “levàntate y ve hacia la puerta y tòcala”, etc, luego, terminar el juego murmuràndole dònde encontrarà una sorpresa que has escondido para èl.
El “juego del silencio” contribuye a enseñarles a permanecer tranquilos y a escuchar. Es tambièn una buena terapia para una madre agotada por la excesiva actividad de su hijo y necesite procedimiento suave para calmarlo. Tambièn ayuda a convencerlo si no es muy entusiasta a la hora del baño o de ir a acostarse."

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