A veces me quedo muda cuando por sorpresa nuestra pequeña me llama a voces mientras estoy cocinando, limpiando, planchando,... para enseñarme alguna de sus auténticas creaciones. Esas en las que ni por asomo he podido influir. Esas que salen de lo más profundo de su imaginación.
De nuevo estamos en época de escolarización y de nuevo me encuentro en ese momento crucial en que mi ser se debate duramente entre el querer mostrar al mundo que nuestra hija no está escolarizada pero aprende al mismo ritmo que los que sí lo están (aunque es una de las mayores mentiras que podría decir, ya que cada niño tiene un ritmo diferente) y el seguir haciendo las cosas como siempre, a nuestro ritmo, sin marcarnos ningún objetivo ni ninguna actividad fija. Pero soy de lo más blanda y mis miedos a veces pueden conmigo, ¿lo estaré haciendo bien?, ¿estará suficientemente motivada?, ¿tendrá a su alcance todo lo necesario para desarrollar su potencial?, ¿qué pensarán los demás si descubren que aún no sabe X?.
Pues siempre que me entran esas dudas, sucede algo que me hace reaccionar. ¡Tiene tres años: tiene que disfrutar de sus juegos, de sus disfrazes, de sus lecturas, del campo, de la playa, de lo que le apetezca en cada momento! Tiene toda una vida longísima por delante para adquirir conocimientos lectivos.
Y esta vez el resplandor intenso de la confianza llegó con esta imagen tras una de sus llamadas.
"Mamá! Mira lo que estoy pintando!!!!"
De nuevo estamos en época de escolarización y de nuevo me encuentro en ese momento crucial en que mi ser se debate duramente entre el querer mostrar al mundo que nuestra hija no está escolarizada pero aprende al mismo ritmo que los que sí lo están (aunque es una de las mayores mentiras que podría decir, ya que cada niño tiene un ritmo diferente) y el seguir haciendo las cosas como siempre, a nuestro ritmo, sin marcarnos ningún objetivo ni ninguna actividad fija. Pero soy de lo más blanda y mis miedos a veces pueden conmigo, ¿lo estaré haciendo bien?, ¿estará suficientemente motivada?, ¿tendrá a su alcance todo lo necesario para desarrollar su potencial?, ¿qué pensarán los demás si descubren que aún no sabe X?.
Pues siempre que me entran esas dudas, sucede algo que me hace reaccionar. ¡Tiene tres años: tiene que disfrutar de sus juegos, de sus disfrazes, de sus lecturas, del campo, de la playa, de lo que le apetezca en cada momento! Tiene toda una vida longísima por delante para adquirir conocimientos lectivos.
Y esta vez el resplandor intenso de la confianza llegó con esta imagen tras una de sus llamadas.
"Mamá! Mira lo que estoy pintando!!!!"
Así me encontré el dibujo que estaba haciendo. Pero no estaba acabado.
Aún le quedaban más detalles por añadir. Pelo, cejas, corona.
Una princesa con tronco, cabeza y extremidades superiores completas. Con los labios pintados con pintalabios, con sus ojos con iris, con un vestido volando mucho con el aire,...
A MI ME DEJÓ PASMADA Y SIN PALABRAS.
Es cierto que Ella ya había hecho algún dibujo parecido, una vez dibujó para su primo un coche muy identificable, a veces dibuja flores preciosas, y muchos arco irís y soles. Pero esos dibujos los hace esporádicamente, y normalmente simplemente rellena las hojas de papel de miles de colores, y cosas pegadas. Cuando, últimamente y debido a mi necesidad de poder mostrar a los demás que es capaz de hacer lo que hacen en el cole, le pedía que tratase de rellenar sus dibujos sin salirse (menuda mamá homeschooler que estoy hecha), Ella simplemente trazaba lineas grotescas por todo el papel. Evidentemente, a nadie le agrada que lo pongan a prueba.
¿Así que qué sentido tiene tratar de hacerla colorear sin salirse de los espacios, cuando es capaz de dibujar de esta manera cuando le apetece?. Y como con esto, todo lo demás. A su ritmo, sin apresurarla, teniendo paciencia.
¡Paciencia mamá!
Mami.
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