Esta tarde noche, de principios de Noviembre, calló una impresionante granizada. De esas, habituales en nuestra isla, que en pocos minutos consiguen que parezca que ha caído una copiosa nevada por las calles. Y nuestro pequeño balcón, nos brindó la posibilidad de disfrutar del espectáculo. Cuando llueve solemos salir a la terraza a sentir las gotitas caer sobre el suelo, a notar como nos caen sobre la piel, a oler el ambiente... Es sensacional, incluso yo me emociono y me alegro de no tener a nadie que me diga que lo que estamos haciendo está fuera de lugar. Me hace sentir libre. Así que ante este fenómeno atmosférico no íbamos a ser menos.
Después de disfrutar de verlo y escucharlo caer, ninguno de los tres pudimos resistirnos a recoger un poco y meterlo en casa para jugar y experimentar con él.
No puedo decir quien se lo pasó mejor con esta actividad o quien descubrió más cosas nuevas. Los tres disfrutamos de un ratito muy agradable y lleno de sensaciones. A la Peque jugar con esos granitos de hielo, ver como se pegaban entre sí y como se derretían, le encantó. Además Papi nos contó como se formaban esos granos de agua helada (el ciclo del agua) y, aunque aun no ha cumplido los dos años, estuvo muy interesada en la historia. Me fascina verla mirando atentamente a la cara de quien le esta explicando algo, con esos hermosos ojos fijos y su pequeña boca entreabierta. Atenta, tan atenta como un adulto. Es genial.
Y como no, nuestra Reina lo probó. ¿Quién, con algo de espíritu infantil aún, no lo haría?.¿Cómo resistirse a descubrir su sabor, su forma de derretirse en la boca?.
Después de disfrutar de verlo y escucharlo caer, ninguno de los tres pudimos resistirnos a recoger un poco y meterlo en casa para jugar y experimentar con él.
No puedo decir quien se lo pasó mejor con esta actividad o quien descubrió más cosas nuevas. Los tres disfrutamos de un ratito muy agradable y lleno de sensaciones. A la Peque jugar con esos granitos de hielo, ver como se pegaban entre sí y como se derretían, le encantó. Además Papi nos contó como se formaban esos granos de agua helada (el ciclo del agua) y, aunque aun no ha cumplido los dos años, estuvo muy interesada en la historia. Me fascina verla mirando atentamente a la cara de quien le esta explicando algo, con esos hermosos ojos fijos y su pequeña boca entreabierta. Atenta, tan atenta como un adulto. Es genial.
Y como no, nuestra Reina lo probó. ¿Quién, con algo de espíritu infantil aún, no lo haría?.¿Cómo resistirse a descubrir su sabor, su forma de derretirse en la boca?.
Confieso que yo también lo hice, pero a escondidas, por lo que pudiese pensar Papi... Y es que ¿cuantas cosas nos quedamos sin hacer por el miedo al que dirán?. Deberíamos permitir que ese niño que llevamos dentro no este reprimido constantemente. La vida sería mucho más alegre si alguna vez nos dejásemos llevar por esos impulsos de descubrir, experimentar y divertirnos.
Mami.
Mami.
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