Unos intrépidos y diminutos caracoles llegaron a casa en las ramas del perejil fresco. Mi maridito los descubrió y los dejó en un recipiente esperando el momento de ser devueltos a su hábitat natural. Al día siguiente cogimos "carretera" para buscarles un buen hogar.
Una visita al campo siempre es muy bien recibida por nosotros y muy muy disfrutada. Dejamos allí los caracolitos, la Princesita recogió plantas mientras practicaba los números del uno al diez, y descubrimos una obra arquitectónica realizada por diminutas hormigas.
Por la noche aprovechamos para contar un cuento de caracoles que desoyendo los consejos de sus padres de no acudir al sabroso perejil, porque era peligroso, acabaron en casa de una niña pequeña que por suerte para ellos era buena con los animales y los devolvió al campo.
Casi siempre sacamos un cuento de lo que hacemos.
Mami.
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